¿Te has parado a pensar cómo te hablas a ti mismo?
El pensamiento
más la emoción dan lugar al sentimiento.
¿Cómo te
sientes?, ¿qué piensas?, ¿qué emoción te domina?, ¿qué adjetivos utilizas para
definirte?... Somos nuestro peor juez y eso afecta a nuestra autoestima,
autoconcepto, autoconfianza…
Allí donde
enfocas el pensamiento diriges la energía. Por eso es importante hablarse bien
y hablar bien a los demás.
Las
afirmaciones positivas ayudan a restaurar nuestra salud a nivel
físico, mental y emocional. Porque también nuestro cuerpo nos escucha.
El experimento
de Masaru Emoto con el agua demuestra como los pensamientos, las palabras, las
emociones, la música… influyen sobre la estructura molecular geométrica del
agua. ¡Y somos un 70% agua!
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