Desde la infancia nos enseñan a ser el último de la fila. A ponernos al servicio de otro (persona, grupo, organización…). Siempre hay alguien más importante que nosotros por delante nuestro: familia, profesores, jefe…
Hay tanta gente a la que atender que te olvidas de quién eres
y qué quieres.
A veces, cuando necesitas apoyarte en otro te das cuenta que
no tienes respaldo y que no te quedada fuerzas para ti mismo.
Tu esencia se va desdibujando, vas perdiendo vitalidad,
alegría, motivación…te conviertes en un ser gris.
Sin embargo, tienes derecho a elegir: ser el último de la
fila o ser el centro de tu vida.
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